lunes, 5 de octubre de 2009

La homosexualidad de Lorca

Durante la época anterior a la Guerra Civil Española, la homosexualidad permanece muy oculta, si bien algunos espíritus modernos comienzan a cuestionarse las razones de tanto secretismo y, sobre todo, comienzan a sentir la necesidad de vivir la propia sexualidad de una manera más libre. La figura más importante de la homosexualidad española durante esta época es, sin duda alguna, el escritor granadino Federico García Lorca, por lo que dedicaremos este capítulo al estudio de los aspectos de su vida y obra relacionados con la homosexualidad.
En 1977, el célebre biografo de Lorca, Ian Gibson, escribía que "a Federico García Lorca, uno de los seres humanos más artísticamente dotados de todos los tiempos, se le seguía negando hasta hace muy poco tiempo - hasta ayer mismo - su condición de homosexual para quién asumir plenamente su condición de tal, en una sociedad intolerante, fué una lucha cotidiana nunca del todo resuelta…"
De la mano de Gibson, podemos dar marcha atrás en el tiempo y explorar el entorno social del poeta, que había nacido en 1898, y que, como recuerda José Rodríguez Contreras, compañero de Lorca en el instituto "tuvo problemas con uno de los profesores, que era un hombre muy poseído de macho y que no podía ver a Federico". Sabemos, también, gracias a la misma persona, que existía en Granada un lugar denominado "el rinconcillo" frecuentado por varios escritores y otros personajes ilustres de la ciudad, muchos de los cuales eran homosexuales, y que estaban de alguna forma liderados por Francisco Soriano Lapesa, una especie de Oscar Wilde granadino, quien poseía una gran biblioteca en la que destacaban los volúmenes del Marqués de Sade. No sólo se leía a Sade, también a Wilde, sobre todo su obra "De Profundis", publicada en 1919, que los homosexuales españoles veían como un ejemplo a seguir o en el que apoyarse al menos, pues creían que el sufrimiento de Wilde reflejaba los padecimientos propios causados por la exclusión social.
En la obra de Lorca se expresa la oposición a la repulsa de la sexualidad humana por parte de la moral sexual católica, de tal modo que el poeta y dramaturgo llega a estar obsesionado por experimentar la plenitud sexual, aunque también manifiesta en otras ocasiones el temor de no alcanzarla nunca. Para Lorca, el sexo y la pasión amorosa son inseparables de la angustia.
Pero ¿Qué opinaban sus coetáneos de él? Algunos de ellos tienen o han tenido recuerdos de Lorca y sus sentimientos. Pepín Bello, compañero de Lorca en la Residencia de Estudiantes, dice que "era una persona extremadamente pudorosa con su vida personal y, aunque no daba la impresión de ser homosexual, todos sabían que lo era". Por esta razón, algunas personas le rechazaban, como recuerda el pintor y poeta andaluz José Moreno Villa "no todos los estudiantes le querían. Algunos olfateaban su defecto y se alejaban de él". En algún momento de su vida, Federico se molestó por el hecho de que se supiera públicamente su condición de homosexual: Manuel Angeles Ortiz recuerda que "Lorca me confío un día, llorando, que Francisco Soriano Lapesa iba por Granada diciendo que él era homosexual. Lorca se sintió profundamente herido por esta 'traición'".
Fué muy importante para Lorca, sin duda, su estrecha amistad con Salvador Dalí, quién llegó a la Residencia de Estudiantes con tan solo 18 años y que relata de esta forma la impresión que le produjo el poeta: "La personalidad de Federico García Lorca produjo en mí una tremenda impresión. El fenómeno poético en su totalidad y en 'carne viva' surgió súbitamente ante mí hecho carne y hueso, confuso, inyectado de sangre, viscoso y sublime, vibrando con un millar de fuegos de artificio y de biología subterránea, como toda materia dotada de la originalidad de su propia forma".
Todas estas relaciones hay que entenderlas en el contexto social de los años 20 en España. En ese momento, el país estaba gobernado por Primo de Ribera, cuyo gobierno se caracterizaba por una casi asfixiante moral sexual, un gran aparato de censura y muchas prohibiciones, todo ello acompañado por el acoso contra los incorformistas, los intelectuales y también contra los homosexuales. Hay personajes que comienzan a sobresalir, como Buñuel, y que lanzan ataques continuos contra los homosexuales que demuestran claramente la ansiedad con que se observa la sexualidad. Otros, como Cernuda, escriben una poesía muy directamente inspirada precisamente por el amor homosexual, con sus propias frustaciones, su amargura y su terror inducidos por aquél momento histórico en que la homosexualidad producía rechazo y desdén, cuando no odio.
Para los homosexuales era importante descubrir lugares donde respirar más libremente. Por ejemplo, Lorca admira la ciudad de Barcelona, precisamente por la decidida apuesta por la modernidad de sus habitantes. Federico conoce Barcelona con ocasión de una invitación para dar un recital poético en el Ateneo Barcelonés y la ciudad le encanta al poeta porque era una ciudad más europea, más abierta a las vanguardias y más liberada sexualmente que Madrid y con un Barrio Chino mundialmente conocido. Barcelona es algo así como París en pequeño y con la enorme ventaja de estar situada a orillas del mar y poseer uno de los puertos más activos del Mediterráneo, lo que le confiere un estatus de ciudad abierta.
Por otra parte, entre los intelectuales homosexuales de la época hubo una estrecha correspondencia, de la cual conocemos sólo una mínima parte porque, a causa de la persecución social, mucha es destruída y otra no ha sido dada a conocer nunca. Jorge Zalamea promete a Lorca en una ocasión que nunca enseñará sus cartas a nadie, y le dice: "Te quiero y me quiero demasiado para andar jugando a los manuscritos famosos". Lorca, por su parte, es un hombre "capaz de toda la alegría del mundo", en palabras de Aleixandre, pero también conoce la depresión y expresa su angustia a través de sus obras, aunque siempre sublimada pues, cuando se siente mal o demasiado abatido por cuestiones de amor, ve la necesidad de que su estado de ánimo no transcienda a su poesía porque entonces aparecerían sus sentimientos más puros ante miradas que no deben verlos. El cerco de la represión durante los años 20 debía ser demasiado fuerte como lo demuestra el hecho de que, en 1929 antes de emprender su viaje de liberación a La Habana y Nueva York, Lorca entrega a Philip Cummings un paquete totalmente cerrado para que lo guarde; cuando Cummings lo abre encuentra 53 hojas escritas por el poeta donde denunciaba que había gente que estaba intentando acabar con él y con sus poemas.
La vida social de los homosexuales se desarrolaba entonces en la clandestinidad, entre fiestas privadas y locales semiocultos. En uno de éstos, el "Alhambra", se representaban comedias sólo para hombres que tenían un carácter pornográfico. Estaban inspiradas en la "comedia dell'arte" italiana y aparecían una serie de personajess más o menos fijos: El gallego, el negro, la mulata, el policía y el homosexual. Las obras de teatro que, sin ser pornográficas, contaban con personajes homosexuales, eran realmente muy pocas. Contamos con dos ejemplos, sin embargo: La obra "Un sueño de la razón", de Cipriano Rivas Cherif, que giraba en torno al lesbianismo y que fué representada en 1929 en el Teatro Club Caracol de Madrid y, la obra inconclusa de Federico García Lorca "El público", muy adelantada a su época pues en parte es una apología de la homosexualidad y también una denuncia de la angustia de los homosexuales que se ven forzados a la clandestinidad a causa de una moral social injusta.
En cuanto a las fiestas privadas, Luis Antonio Villena cuenta que la casa de Vicente Aleiandre en la calle Velintonia de Madrid era muy frecuentada por poetas y escritores homosexuales y que se realizaban fiestas con chicos jóvenes en las que se bailaba y a las que acudían escritores tan conocidos como Lorca o Cernuda. Las fiestas cesaron a causa de la mala salud de Aleixandre, pero se sabe que el círculo de amigos siguió adelante.
Conforme pasan los años, durante la década de los 30 los acontecimientos políticos en España se van precipitando, las facciones sociales se van crispando cada vez más y la represión contra los homosexuales aumenta. Por ejemplo, un artículo de la revista satírica ultraderechista de Manuel Delgado Barreto denigra la figura de Lorca con el título "Federico García Loca o cualquiera se equivoca", y el listo periodista aclara a continuación que lo de "loca" no se debe a nungún error de imprenta. También, con ocasión del estreno de la obra de teatro "Yerma", cuyo ensayo general había despertado mucho interés y llegó a contar con la presencia de Unamuno, Valle-Inclán y Jacinto Benavente, el periodista José Luis Salado publica en el diario "La voz": "García Lorca - con su pipa y una greña sobre la frente - va y viene por el pasillo central. En torno suyo hay unos muchachillos pálidos (Eso es lo único malo de Lorca: el séquito, que le da, quizá a pesar suyo, un aire de González Marín [nota: este era un profesional homosexual muy conocido en Madrid] cuando entra en un café con sus "peregrinitos" a cuestas). Eso sí, en las butacas un público ilustre, como no es dable hablar -al menos íntegramente - en los ensayos generales. Público de auténtica "première" al estilo francés y tan complejo, que abarca desde Valle-Inclán a la Argentinita pasando por el bailarín Rafael Ortega. La Argentinita…¡Tantas nostalgias, tantas cosas que se fueron! Ella es un poco como la única musa femenina del grupo, aunque esto no quiere decir que García Lorca sea un poeta "sólo para hombres" (los ojos más bonitos de España han leído el Romancero gitano). Al ensayo vinieron algunos de esos pequeños ojos: pequeñas luces en la penumbra."
Durante aquellos tiempos de malos augurios y maledicencia, la derecha ha hecho correr la noticia de que Cipriano Rivas Cherif, autor la obra de temática lésbica antes mencionada y director artístico de la actriz preferida de Lorca, Margarita Xirgú, tenía una relación homosexual con el político Manuel Azaña. Durante el estreno de "Yerma", se oyen gritos contra Lorca, Margarita Xirgú y el propio Manuel Azaña y los reventadores tienen que ser expulsados del teatro. También el periódico "Gracia y Justicia" comenta el estreno al día siguiente centrándose más en el "corro de amigos de Lorca" que en la obra misma.
El cerco de la enemistad contra Lorca sigue estrechándose y la derecha no cesa de aumentar los bulos contra él: José Rosales, hermano del poeta Luis Rosales, recuerda que el gobernador de Granada tenía sobre la mesa de su despacho una denuncia contra Lorca, de dos o tres páginas de extensión, firmada por Ramón Ruiz Alonso. El gobernador le entregó el documento para leerlo. Decía que Lorca era un escritor subversivo, que tenía una radio clandestina en la Huerta de San Vicente (propiedad de la familia de Lorca) con la cual estaba en contacto con los rusos, que era homosexual, etcétera, etcétera. De esta forma cuando, inmediatamente después del alzamiento militar contra la Segunda República del 18 de Julio de 1936, se desata una feroz represión en Granada dirigida por los falangistas, los capitanes del bando nacional comienzan a perseguir a Lorca y a toda su familia: Asaltan la Huerta de San Vicente varias veces y capturan al poeta cuando estaba en casa de la familia de los Rosales, amiga de la familia de Federico. La noche del 17 al 18 de Agosto de aquel año funesto, el poeta Federico García Lorca es asesinado. Juan Luis Trescanto, uno de los asesinos, alardeaba al día siguiente de haber participado en la muerte de Lorca y además haberle "metido dos tiros en el culo por maricón".
De esta trágica manera concluye la vida del poeta español más leído de todos los tiempos, a quién le toco vivir en una España convulsa que le hizo pagar un elevado precio por pretender un mundo más justo y una sociedad más libre.

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